Vivienda y diseño accesible, ¿la realidad de unos pocos o problema de todos?
29-09-2017
En mi opinión, la accesibilidad es uno de los grandes retos de la arquitectura y, aunque ha habido grandes avances al respecto, aún nos queda mucho camino por recorrer. En el post de hoy hablo sobre ese camino y de esos pequeños límites que no nos afectan ahora mismo pero que nos afectarán en el futuro o que, sin duda, afectan a muchos otros de nuestro entorno: hijos, padres, abuelos...
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Permitidme que empiece este post con el enigma de la esfinge del Edipo Rey de Sófocles:
¿Cuál es el ser que con una sola voz tiene cuatro patas, dos patas y tres patas?
¿Tenéis hijos que aprenden a caminar o conocéis a alguien con una minusvalía? Siendo padre de una niña de dos años he tenido la oportunidad de observar cómo las cosas más impensables se convierten en dificultades y peligros para ella a la hora de desplazarse o alcanzar objetos. No me refiero sólo a fuera de casa. De hecho, la propia casa puede convertirse en un verdadero reto de autonomía e independencia para una persona de movilidad reducida o un niño que no es consciente de sus propios límites. A veces pienso en toda la frustración e impotencia que las situaciones más sencillas para nosotros pueden suponer para ellos. Sin duda, un buen diseño debe ayudarnos a solucionar esto.
En nuestra sociedad se ha confundido al humano con el hombre. Esto ha llevado a pensar que el humano es un hombre sano joven o de mediana edad en plenas facultades. A él han ido dirigidos hasta hace poco el diseño y las novedades en arquitectura. De hecho, cuando se plantea una nueva construcción es raro que se planteen cuestiones de accesibilidad o seguridad más allá de las exigidas por la normativa local, a menos que la construcción la encargue alguien con algún tipo de limitación física. Así, a medida que pasa el tiempo y nos hacemos mayores o nuestros mayores vienen a vivir con nosotros, surgen los problemas.
La realidad es que el humano puede ser un hombre joven o de mediana edad, una mujer, un anciano o una anciana, un niño o un bebé, una mujer embarazada, una persona con sobrepeso, una persona con alguna minusvalía física o psíquica, una persona enferma, etc. Sea como sea cada situación individual, ¿por qué hemos centrado el diseño en sólo una parte de lo que es el humano? ¿Por qué hemos incluso diseñado las ciudades pensando en las máquinas más que en los humanos a los que sirven?
Sin embargo, hay que admitir que esto está cambiando: concienciación, respeto, accesibilidad. Lo demuestra el premio recientemente recibido por PMMT, del que podéis saber un poco más en este enlace.
La arquitectura establece el escenario para la vida humana y, por tanto, debe facilitar esta vida incluyendo en ella a hombres de todas las edades y condiciones. El interiorismo, al buscar diseños para las situaciones más íntimas y cotidianas de la vida diaria debe, con más razón, dar respuesta a estos posibles retos. Esto implica que el trabajo del diseñador va más allá de las directrices de accesibilidad de la normativa correspondiente (por cierto, las directrices catalanas son de gran calidad. Podéis consultaras a nivel genérico aquí y más centradas a nivel arquitectónico aquí y, a nivel español, aquí. Además se convoncan anualmente subvenciones para la adaptación de nuestros edificios en Barcelona y su Área Metropolitana. Podéis consultarlas aquí y aquí). Es necesario tener una empatía muy desarrollada, una sensibilidad y un conocimiento específicos de las necesidades de cada persona cuando realizamos un diseño. Así, cuando diseñamos un espacio que el cliente desea, deberíamos ser capaces de ver más allá de sus condiciones en el momento del diseño. Debemos proyectarnos, tanto clientes como arquitectos, hacia el futuro y las etapas que quedan por vivir y compartir con los más allegados. Plantear opciones al establecer el diseño es fácil, hacerlo de esta forma es mucho más complejo.
Y vosotros, ¿os planteáis qué necesidades de futuro debe cumplir vuestra vivienda ?
Como siempre, os animo a contestar y opinar en Facebook!
¿Cuál es el ser que con una sola voz tiene cuatro patas, dos patas y tres patas?
¿Tenéis hijos que aprenden a caminar o conocéis a alguien con una minusvalía? Siendo padre de una niña de dos años he tenido la oportunidad de observar cómo las cosas más impensables se convierten en dificultades y peligros para ella a la hora de desplazarse o alcanzar objetos. No me refiero sólo a fuera de casa. De hecho, la propia casa puede convertirse en un verdadero reto de autonomía e independencia para una persona de movilidad reducida o un niño que no es consciente de sus propios límites. A veces pienso en toda la frustración e impotencia que las situaciones más sencillas para nosotros pueden suponer para ellos. Sin duda, un buen diseño debe ayudarnos a solucionar esto.
En nuestra sociedad se ha confundido al humano con el hombre. Esto ha llevado a pensar que el humano es un hombre sano joven o de mediana edad en plenas facultades. A él han ido dirigidos hasta hace poco el diseño y las novedades en arquitectura. De hecho, cuando se plantea una nueva construcción es raro que se planteen cuestiones de accesibilidad o seguridad más allá de las exigidas por la normativa local, a menos que la construcción la encargue alguien con algún tipo de limitación física. Así, a medida que pasa el tiempo y nos hacemos mayores o nuestros mayores vienen a vivir con nosotros, surgen los problemas.
La realidad es que el humano puede ser un hombre joven o de mediana edad, una mujer, un anciano o una anciana, un niño o un bebé, una mujer embarazada, una persona con sobrepeso, una persona con alguna minusvalía física o psíquica, una persona enferma, etc. Sea como sea cada situación individual, ¿por qué hemos centrado el diseño en sólo una parte de lo que es el humano? ¿Por qué hemos incluso diseñado las ciudades pensando en las máquinas más que en los humanos a los que sirven?
Sin embargo, hay que admitir que esto está cambiando: concienciación, respeto, accesibilidad. Lo demuestra el premio recientemente recibido por PMMT, del que podéis saber un poco más en este enlace.
La arquitectura establece el escenario para la vida humana y, por tanto, debe facilitar esta vida incluyendo en ella a hombres de todas las edades y condiciones. El interiorismo, al buscar diseños para las situaciones más íntimas y cotidianas de la vida diaria debe, con más razón, dar respuesta a estos posibles retos. Esto implica que el trabajo del diseñador va más allá de las directrices de accesibilidad de la normativa correspondiente (por cierto, las directrices catalanas son de gran calidad. Podéis consultaras a nivel genérico aquí y más centradas a nivel arquitectónico aquí y, a nivel español, aquí. Además se convoncan anualmente subvenciones para la adaptación de nuestros edificios en Barcelona y su Área Metropolitana. Podéis consultarlas aquí y aquí). Es necesario tener una empatía muy desarrollada, una sensibilidad y un conocimiento específicos de las necesidades de cada persona cuando realizamos un diseño. Así, cuando diseñamos un espacio que el cliente desea, deberíamos ser capaces de ver más allá de sus condiciones en el momento del diseño. Debemos proyectarnos, tanto clientes como arquitectos, hacia el futuro y las etapas que quedan por vivir y compartir con los más allegados. Plantear opciones al establecer el diseño es fácil, hacerlo de esta forma es mucho más complejo.
Y vosotros, ¿os planteáis qué necesidades de futuro debe cumplir vuestra vivienda ?
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